Este año 2017 que comienza, festejamos el 40 aniversario de la fundación del despacho. Durante los próximos meses vamos a celebrarlo con nuestros clientes, compañeros y vecinos, desarrollando un programa de actuaciones que pretendemos que sea sencillo pero decoroso, digno de lo que somos, de quienes nos fundaron, y de los compañeros que nos precedieron en la empresa. Y es obligatorio, y es nuestro deseo, comenzar por el recuerdo a los que ya no están con nosotros.

Salvador Sánchez Mulero, Salvi, fue, ante todo, un extraordinario compañero, una buena persona.

Salvi fue un pionero. Había estudiado Informática en Colombia. Cuando su familia regresó a España, a principios de los 80, aquí apenas había técnicos en esa materia, y mucho menos en el sector jurídico. Salvador se hizo cargo de las computadoras del despacho, que eran herramientas totalmente novedosas en aquella época.

Posiblemente fuimos el primer despacho jurídico de la provincia que incorporó a un informático en plantilla. Salvi creó programas específicos de gestión para la Asesoría de Empresas y para el Departamento Jurídico, en lenguajes que hoy son arqueología informática, como el sistema a Pik, y sobre cuya base fue desarrollando posteriormente los programas de trabajo, ya en el sistema MSDos, y con VisualBasic más tarde, hasta llegar a los que utilizamos ahora, que utilizan como soporte programas como Access, pero que aún respetan la arquitectura fundamental de los programas ideados por Salvador.

Salvador fue nuestro maestro informático. Él nos enseñó a utilizar un ordenador y con él aprendimos las nociones básicas de manejo de la informática, en una época en que aún era necesaria la utilización de comandos para la gestión de directorios y ficheros, puesto que los programas que se podían comprar en el mercado, funcionaban en entorno MSDos. Windows vendría después para revolucionar totalmente las capacidades del usuario. Pero ya antes en el despacho manejábamos bases de datos de jurisprudencia y legislación que “corrían” sobre MSDos, cuando en la mayoría de bufetes aún trabajaban con libros y fichas de papel.

Salvi era generoso con su tiempo y con su conocimiento y, los que trabajamos con él, le debemos gratitud por los muchos ratos de enseñanza teórica y práctica, de resolución de problemas concretos con las computadoras, impresoras y bases de datos. Su aportación al despacho fue muy importante y nos permitió ir en vanguardia en nuestro ámbito territorial. Cuando los compañeros de otros despachos seguían buscando la jurisprudencia en los tomos de Aranzadi, nosotros disponíamos ya de herramientas informáticas magníficas con las que ahorrábamos horas de trabajo, y Salvi era fundamental para la instalación, mantenimiento y buen empleo de aquellos novedosos sistemas.

Contar con un informático como Salvi, nos daba ventaja. Por eso, cuando surgió internet, fuimos también los primeros en incorporarla a nuestros métodos de trabajo. La importancia de la tecnología, la aspiración de contar siempre con herramientas punteras, es una de las características de Martínez Cardona, que en gran parte se la debemos a la convivencia, durante tantos años, con Salvi.

Salvador fue, sobre todo, un compañero alegre, sencillo y servicial. Disfrutaba más que ninguno cuando había algún festejo: en las comidas de Navidad, en las bodas de los compañeros,… Era agradable, simpático, gracioso… tenía muy buen carácter. Por eso, su prematura muerte fue sinceramente sentida por todos. Su entereza, alegría y optimismo frente a la enfermedad que finalmente terminaría por rendirle, fue también un ejemplo de lucha y tenacidad para todos. Salvi demostró que tenía “espíritu”. Hoy, en la empresa le seguimos recordando con verdadero afecto y le echamos de menos.